sábado, 14 de noviembre de 2009

☻¿Es buena o mala la sexualidad?☻





Existen diferentes formas de ver la sexualidad. De acuerdo a cómo la persona entienda la sexualidad, actuará en su vida de pareja. En nuestra sociedad se da un fenómeno contrastante. Por un lado se trata a la sexualidad con desprecio y se la oculta, como si fuera una parte mala o total y absolutamente impura de la vida de la persona. Según este modelo, el hombre ve a la sexualidad como sus "bajos instintos" que deben ser satisfechos a toda costa. En cambio la mujer la ve como algo sucio e impuro, en la que manda el varón y que está destinada a un solo fin (esta misma concepción está de fondo en una cierta "división de roles" en las mujeres: si se es esposa "decente", la sexualidad sólo está para los hijos; si se es "querida", la sexualidad está para el placer). En ninguno de los dos casos se la considera como momento de comunicación de amor entre dos personas.
Existe, por otro lado, un extremo aparentemente opuesto. Es el de "mostrar todo" y "tratar todo abiertamente". Las mujeres se muestran desnudas hasta en las tapas de las revistas. Las parejas van a programas de televisión y dicen "abiertamente" lo que supuestamente les pasa. Parece que este es un extremo beneficioso, porque por fin se saca a la superficie lo que estaba oculto. Pero veamos qué hay de fondo en todo esto.
En realidad no cambia la forma de ver la sexualidad. En los dos extremos, de fondo, está la misma idea errada acerca de la sexualidad. Los dos extremos provienen de considerar al sexo como una parte mala, morbosa y pecaminosa de la persona. Los primeros lo ocultan, los segundos lo gritan a los cuatro vientos, pero en realidad no mejora su forma de ver las cosas.
Por eso tenemos que buscar una nueva forma de ver la sexualidad, que supere todos los tabúes y que la ponga en su verdadero lugar, como una de las más altas muestras de la dignidad de la persona humana.
Para ello debemos partir por derribar el mito de que la sexualidad es siempre mala (a veces un mal necesario y placentero, pero mala al fin). La sexualidad no es mala, es buena (por tanto el sexo también es bueno). Pero para entender por qué y de qué forma es buena, tenemos que entender qué es sexualidad y qué no es sexualidad.
Lo primero que tenemos que decir es que la sexualidad es parte de toda la persona, no solamente de sus genitales. Todo lo que se hace en sexualidad no se lo hace solamente al cuerpo, se lo hace a una persona. Una caricia, una mano, el amor de los esposos puede hacer a otra persona recobrar su conciencia de ser valioso. Pero pisotear el derecho a la intimidad de una persona en lo relativo a la sexualidad es pisotear sus derechos humanos. Nunca es el contacto de un cuerpo con otro cuerpo. Siempre es el contacto de una persona con otra persona, las dos igualmente valiosas.
Por eso decimos que la sexualidad es camino de comunicación. Pero no de cualquier comunicación. Es camino de comunicación de amor. Transmitir amor está en la esencia de la sexualidad. Si un acto que involucra los genitales no comunica el amor de una pareja estable y permanente (matrimonio), en realidad no es sexualidad. O es un concepto errado de sexualidad. Es un uso que no beneficia a la persona. Y en este terreno, lo que no beneficia a la persona, la perjudica. Eso lo podemos ver en las parejas actuales, que a pesar de tener "mucha más libertad" para sus contactos genitales, no es más feliz. No es que antes estuviera mejor y ahora peor, a cada uno le toca su época. Pero antes o ahora, hay que saber que no todo lo que se puede hacer con el cuerpo es sexualidad. Por lo tanto, no cualquier cosa es amor.
El amor tiene sus reglas. El amor es la forma de afirmar la más alta dignidad de la persona. Por lo tanto no respetar las reglas del amor es una forma de no respetar los derechos humanos. El primer derecho humano es el derecho a la vida. El segundo, casi de la misma importancia, es el derecho a dar y recibir amor. De estos dos se pueden derivar los demás derechos, todos, desde los materiales hasta los espirituales.
La sexualidad ha sido creada por Dios y por tanto es buena. Pero por eso mismo debe vivirse de acuerdo a las reglas del amor. La primera es el respeto: respeto por el propio cuerpo, respeto por el cuerpo de la otra persona y respeto de su voluntad. La segunda es la fidelidad: la sexualidad es un tesoro único y como tal se puede entregar sólo a una persona (el esposo sólo puede entregárselo a su mujer y la esposa a su marido). No ser fiel es como darle a otra persona lo que le pertenece a la esposa o al esposo. Quien no es fiel se traiciona a sí mismo y traiciona a otra persona que le tiene confianza y que merece ser respetada.
Este punto siempre es actual. Algunos creen que el hombre es por naturaleza polígamo. Es decir, que siempre necesita tener varias mujeres. Incluso esta idea lleva a que la mujer acepte que su marido le saque la vuelta o que incluso tenga otro hogar o varios hogares. Pero no es así. El hombre no es un animal que tiene épocas de celo y actúa ciegamente por instinto. Si nos quedáramos con la idea de que la sexualidad es algo sucio, entonces deberíamos aceptar este punto. Pero la sexualidad es buena, es una forma de comunicar amor. La sexualidad tiene que ver con el deseo, pero depende siempre del amor. Aceptar que la sexualidad es sólo instinto es como aceptar que no somos capaces de ser libres sobre todos los aspectos de nuestra vida. Es como aceptar que la sexualidad no puede comunicar amor, y esto no es verdad. La sexualidad es el lugar del amor entre un esposo y una esposa.
Ciertamente que ya son muchos los siglos en los que se vio a la sexualidad como mala. Pero es hora de cambiar, es hora de proponer algo distinto. Debemos entender nuestra cultura y proponer los cambios que sean necesarios para que esta cultura sea cada vez más humana.
Por eso nuestra tarea como adultos es ir ayudando a que los más chicos entiendan la sexualidad no como un tabú ni como bajos instintos ni como algo que se puede andar despreciando en los medios de comunicación. Es hora de comprender que la sexualidad es algo mucho más grande que simplemente pasarla bien un rato.
No entender la sexualidad puede ser una trampa, una cadena que nos esclaviza. Uno de los primeros pasos para una liberación completa es romper la cadena de no entender la propia sexualidad.

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